XXXI Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio(Mc 12, 28b-34)

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

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Santa Faustina anotó en su Diario (D. 1270, 825, 1411)

Durante la meditación aprendí que cuanto más pura es el alma, tanto más puramente espiritual es su relación con Dios; no hace mucho caso a los sentidos ni a sus protestas. Dios es espíritu, por lo tanto lo amo en espíritu y en verdad.
Para que el canto de mi alma sea agradable a la Santísima Trinidad, guíe y modela Tu Mismo mi alma, oh Espíritu de Dios.
Espíritu de Dios, Espíritu de amor y de misericordia, que infundes en mi corazón el bálsamo de confianza, Tu gracia afirma mi alma en el bien, dándole la fuerza irresistible, la perseverancia. Oh Espíritu de Dios, Espíritu de paz y de alegría, que confortas mi corazón sediento y viertes en él la fuente viva del amor de Dios, y lo haces impávido para la batalla.

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➡ Jesús, que murió y resucitó por mí, quiere darme su Espíritu todo el tiempo. ¿Le pido al Padre en nombre de Jesús el mayor don, que pueda amar al Señor, mi Dios, con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, con todas mis fuerzas y a mi prójimo como a mí mismo?
➡ ¡Junto con Sta. Faustina, le pediré al Espíritu de Dios que guíe y dé forma a mi alma!