24 de enero – Domingo de la Palabra de Dios

El 30 de septiembre de 2019, en la memoria de San Jerónimo, el Papa Francisco estableció que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios.

Por eso, os invitamos a un camino común con la Palabra de Dios y el «Diario» de Santa Faustina. Todos los sábados compartiremos el Evangelio dominical con un fragmento del «Diario» de Santa Faustina y algunas preguntas para la reflexión personal en la oración. Confiamos en que esto nos ayude a descubrir más Misericordia en las Sagradas Escrituras y a testimoniar cada vez más que Dios es rico en misericordia.

¿Por qué es importante escuchar la Palabra?

En la Carta Apostólica del Santo Padre que establece el Domingo de la Palabra de Dios, leemos:

“La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad… Es bueno que nunca falte en la vida de nuestro pueblo esta relación decisiva con la Palabra viva que el Señor nunca se cansa de dirigir a su Esposa, para que pueda crecer en el amor y en el testimonio de fe… Si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera”.

“No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4b) dijo Jesús mismo. Cada uno de nosotros anhela el alimento. Y cada uno de nosotros tiene un deseo en su corazón de tener una relación cercana con Dios. Es Dios el que da sentido a nuestra existencia. A través de Su Palabra, Él nos dice quiénes somos ante Sus ojos y así descubrimos nuestra verdadera identidad como hijos de Dios. Lamentablemente, muchas veces lo olvidamos, escuchamos otras «voces», o no escuchamos la Voz más importante, que en cada momento, de diversas formas, nos dice: Hijo mío, te amo, no tengas miedo, SOY YO. El Domingo de la Palabra de Dios es una oportunidad para que veamos con sinceridad nuestra vida diaria y nuestra relación con la Palabra del Padre Celestial. La relación nace del permanecer. ¡Dios, quiere estar con nosotros! La falta de conexión con la Palabra provoca una falta de relación con el Padre.

Pregúntate hoy:

  • ¿Cuál es tu relación con la Palabra de Dios, este «Santuario del Espíritu Santo»?
  • ¿Cuánto tiempo dedico cada día a leer y meditar la Palabra en la que Dios con gran amor se dirige a mí personalmente?
  • En la oración personal, pide al Espíritu Santo que abra los ojos de tu corazón al entendimiento de la Palabra, este gran don de la misericordia de Dios. ¡Ven, Espíritu Santo!

No busco con curiosidad la perfección en ninguna parte, sino que penetro en el espíritu de Jesús y contemplo sus acciones que tengo relatadas en el evangelio y aunque viviera mil años, no agotaría lo que en él esta contenido (D. 510).