V Domingo de Cuaresma

Evangelio(J 12, 20-33)

En aquel tiempo, entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús. Jesús contestó: «Ha llegado la hora en que Dios va a glorificar al Hijo del hombre. Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante. Quien aprecia su vida terrena, la perderá; en cambio, quien sepa desprenderse de ella, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquél que me sirva será honrado por mi Padre. 

Me encuentro profundamente angustiado; pero, ¿qué es lo que puedo decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? De ningún modo; porque he venido precisamente para aceptar esta hora. Padre, glorifica tu nombre».

Entonces se oyó esta voz venida del cielo: Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: Le ha hablado un ángel. 

Jesús explicó: Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por ustedes. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacía mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir.

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Santa Faustina anotó en su Diario (D. 267, 1665)

Jesús me dijo que yo le agradaría más meditando Su dolorosa Pasión, y a través de esta meditación mucha luz fluye sobre mi alma. Quien quiera aprender la verdadera humildad, medite la Pasión de Jesús. Cuando medito la Pasión de Jesús, se me aclaran muchas cosas que antes no llegaba a comprender. Yo quiero parecerme a Ti, oh Jesús, a Ti crucificado, maltratado, humillado. Oh Jesús, imprime en mi alma y en mi corazón Tu humildad. Te amo, Jesús, con locura. Te [amo] anonadado, como Te describe el profeta [cf.Isaías 53:2-9], que por los grandes sufrimientos no lograba ver en Ti el aspecto humano. En este estado Te amo, Jesús, con locura. Dios Eterno e Inmenso, ¿qué ha hecho de Ti el amor…?

Por la noche, durante la Hora Santa oí estas palabras: Ves Mi misericordia por los pecadores que ahora se manifiesta en todo su poder. Mira lo poco que has escrito de ella, es apenas una gota. Haz lo que esté en tu poder para que los pecadores conozcan Mi bondad.

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  • El amor de nuestro Dios es asombroso. ¿Puedo admirarlo, agradecerle y adorar a Dios
  • ¿Cómo responderé al deseo de Jesús de que los pecadores conozcan su bondad en este momento particular de la Cuaresma?
  • Esta semana acompañaré a Jesús en sus últimos momentos antes de la Pasión tomada por amor a mí.
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