Sin Adviento no hay Navidad

Realmente, si no me libero del torbellino del trabajo, si no me detengo aunque solo sea por un momento, si no pienso y trato de mirar mi vida cotidiana con los ojos de Dios, si no espero la venida de Dios en silencio y oración, simplemente sin la espera de Adviento para la venida de la Misericordia Encarnada, no hay verdaderamente Navidad. Si nos dejamos llevar por las preocupaciones sobre las compras que hay que hacer, los regalos, cómo hornear los pasteles, qué limpiar, etc., en Navidad nos sentiremos cansados y nerviosos en nuestros corazones y hogares, la atmósfera será tensa  y pasará la Navidad sin darnos ni cuenta. ¿Qué podemos hacer para vivir este tiempo santo de manera diferente, es decir, con el espíritu que acompañó a la Madre de Dios?

Les animamos vivamente a que se unan a nuestra oración común desde el 1 de diciembre, con las reflexiones tomadas del Evangelio para cada domingo de Adviento y el «Diario» de Santa Faustina, además de prácticas específicas que pueden ayudarnos a prepararnos bien para la Navidad.