A lo largo del día consideraré el siguiente fragmento del Diario de Santa Faustina:
Oh Amor eterno e inconcebible, Te pido una gracia: ilumina mi mente con la luz de lo alto, permíteme conocer y apreciar todas las cosas según su valor. Al conocer la verdad, mi alma se llena de máxima alegría (D. 410).
Ven, Espíritu Santo, concédeme la alegría que surge de vivir en la verdad.