¡Entrar en el ring! Cuarta ronda

En la cuarta ronda, te invito a dar un paso atrevido: ¡Proclámate vencedor! No importa que la lucha todavía continúe, ya sabes que el Juez está de tu lado. Permítete elevar tu mano a lo alto como gesto de victoria. La decisión depende de ti y debe ser una decisión concreta y clara del lado del único Vencedor: Jesucristo. Yo te sostengo con tal de que tú quieras luchar – dijo a la hermana Faustina – has de saber que la victoria siempre está de tu lado (D. 1560). Y Santiago nos anima: Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros (Sant 4, 7).

Hoy te invito a que te confíes completamente a Dios, como lo hizo Faustina: en unión Contigo, Salvador mío, entregaré mi alma en manos del Padre celestial, llena de confianza en tu misericordia insondable (D. 1582). De pie en el ring, mirando a los oponentes, mirando a los ojos del único Juez que te ama incondicionalmente, confiesa con fuerza que le das tu corazón y le proclamas único Salvador y Señor de toda tu vida. Haz lo mismo por aquellos que no pueden hacerlo ahora porque son demasiado débiles. Piensa de nuevo en la persona por la que has decidido luchar en Cuaresma. ¡También son hijos de Dios! Cuéntale a Jesús tus problemas, relaciones, apegos… La Cuaresma es un momento para dirigir tu corazón hacia Dios y limpiarlo de lastres innecesarios, para entregarse más libremente al Reino – soy una hostia en tus manos, oh divino Sacerdote (D. 1629).

El fin de la pelea en una semana. ¡No te retires!