El vínculo de amor

“Dios, tal como Cristo ha revelado, no permanece solamente en estrecha vinculación con el mundo, en cuanto Creador y fuente última de la existencia. El es además Padre: con el hombre, llamado por El a la existencia en el mundo visible, está unido por un vínculo más profundo aún que el de Creador. Es el amor, que no sólo crea el bien, sino que hace participar en la vida misma de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En efecto el que ama desea darse a sí mismo” (Dives in misericordia, nº 7).

La misericordia infinita de Dios es el motivo por el cual Dios creó el mundo y a cada uno de nosotros. Al comienzo de mi existencia existe la palabra de Dios, la palabra de su amor por mí. Esta es una palabra que Él nunca rechazará, nunca cambiará, y que Él dijo de mí no solo cuando me creó, ¡sino que lo hace todos los días, en cada momento de mi vida! Esta palabra de misericordia me llama hijo amado del Padre y me invita a una relación única e íntima con toda la Santísima Trinidad…

¿Tienes en tu vida experiencia del amor paternal de Dios y su preocupación por ti?

¿Sabes que en el Corazón de Dios Padre hay un lugar exclusivo para ti?

¿Qué haces para cuidar y desarrollar este extraordinario vínculo de amor al que Dios en su misericordia te invita?

“Hoy mi alma tiene la naturaleza de un niño.  Me uno a Dios como el niño al Padre.  Me siento plenamente la hija de Dios” (D. 1818).

“Oh Jesús, Hostia Viva, Tú eres mi madre, Tú eres todo para mí.  Vendré a Ti, oh Jesús, con sencillez y con amor, con fe y con confianza.  Compartiré todo Contigo, como un niño con la madre amada, los gozos y los sufrimientos, en una palabra todo” (D. 230).