“El segundo vocablo, que en la terminología del Antiguo Testamento sirve para definir la misericordia, es rah mim. Este tiene un matiz distinto del hesed. Mientras éste pone en evidencia los caracteres de la fidelidad hacia sí mismo y de la « responsabilidad del propio amor » (que son caracteres en cierto modo masculinos ), rahamin, ya en su raíz, denota el amor de la madre (rehem= regazo materno). Desde el vínculo más profundo y originario, mejor, desde la unidad que liga a la madre con el niño, brota una relación particular con él, un amor particular. Se puede decir que este amor es totalmente gratuito, no fruto de mérito, y que bajo este aspecto constituye una necesidad interior: es una exigencia del corazón. Es una variante casi « femenina » de la fidelidad masculina a sí mismo, expresada en el hesed. Sobre ese trasfondo psicológico, rah mim engendra una escala de sentimientos, entre los que están la bondad y la ternura, la paciencia y la comprensión, es decir, la disposición a perdonar. El Antiguo Testamento atribuye al Señor precisamente esos caracteres” (Dives in Misericordia, nº 4, przypis nº 52).
Intenta imaginar la ternura de una madre hacia su hijo, especialmente cuando todavía es muy pequeño y depende totalmente de ella. Cuánto amor, cuidado y compasión hay en esta relación particular, y esto es solo una débil comparación con el amor misericordioso de Dios por cada uno de nosotros. Dios misericordioso es un Padre lleno de ternura y bondad que no puede pasar indiferente junto a su hijo, incluso cuando se aleja de Él.
¿Cómo te sientes cuando piensas en un Dios lleno de ternura y de cuidado amoroso hacia ti?
¿Qué imagen de Dios tienes en tu corazón?
¿Eres capaz de encontrarte en Sus brazos que te abrazan con amor, especialmente cuando arrepentido regresas a Él en el sacramento de la penitencia y la reconciliación?
“Conociendo Tu misericordia me acerco a Ti, Jesús, porque antes faltará mi miseria que se agote la piedad de Tu Corazón” (D. 1827).
“Me llevas en el seno de Tu misericordia y me perdonarás siempre cuando con el corazón contrito Te suplique perdón” (D. 1332).