«Mi amor ha tomado posesión de tu alma»… (D. 229).
El Bautismo del Señor cierra el tiempo de Navidad. Al final de este hermoso tiempo de la revelación de la cercanía de Dios, nos quedamos con las palabras: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco» (Lc 3, 22). Estas mismas palabras Dios nos las dijo a cada uno de nosotros en el momento de nuestro bautismo, y nunca deja de repetirlas. La hermana Faustina escribió las palabras de Jesús: «No soportarías la inmensidad de Mi amor que tengo por ti, si te lo revelara aquí en la tierra en toda su plenitud. A menudo levanto un poco el velo para ti, pero debes saber que es solamente Mi gracia excepcional. Mi amor y Mi misericordia no conocen límites» (D. 718). A menudo la convenció de que su amor no desilusiona a nadie (cf. D. 29) y quiere que ella lo conozca más profundamente (cf. D. 186). Que la fiesta de hoy sea para nosotros una invitación a escuchar nuevamente la confesión del amor de Dios Padre, aceptando esta verdad de corazón y dejando que penetre en toda nuestra vida. Debemos hacerlo porque nuestro Dios quiere que tengamos vida y la tengamos en abundancia (cf. Jn 10,10). Como le dijo a la hermana Faustina: «Mi amor ha tomado posesión de tu alma y quiero que te fortifiques en él» (D. 229).