DOMINGO DE PASCUA

Le ofrezco a Jesús mi alegría y mi gratitud

Dejemos que Jesús llene de alegría nuestros corazones.  ¡Murió para redimirnos, ha resucitado y vive!

“Cuando la procesión salió, vi a Jesús en un resplandor más grande que el brillo del sol. Jesús me miró con amor y dijo: Corazón de Mi Corazón, llénate de alegría. En aquel mismo instante mi espíritu se sumergió en Él…. Al volver en mi, estaba andando en la procesión con las hermanas, toda mi alma estaba sumergida en Él” (Diario 1669).

“Durante la Santa Misa agradecí al Señor Jesús por haberse dignado redimirnos y por este don más grande, es decir por haberse dignado ofrecernos su amor en la Santa Comunión, o sea a Si Mismo. En aquel mismo instante fui atraída al seno de la Santísima Trinidad y fui sumergida en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es difícil describir estos momentos” (Diario 1670).

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