En la tercera semana de Cuaresma, estás invitado a reflexionar sobre qué y cómo lo dices… Sobre el efecto que tienen las palabras que dices en tu vida y la de otras personas…
Todos los días, millones de palabras salen de tu boca, más o menos dependiendo de la situación. Seguramente no piensas en algunas, a veces sobre sus efectos te enteras por otros. Entonces te sorprendes de haber ofendido a alguien y haberlo calificado con tus palabras. A su vez, hay situaciones en las que lo que dices es importante para los demás: son palabras de amor, amistad y perdón. Luego ves que las relaciones se profundizan y te sientes amado y necesitado por otras personas. ¿De qué palabras hay más en tu vida?
¿De quién aprendes a hablar?¿descubres en Dios al mejor orador que por su palabra quiere consolarte en la tristeza, darte esperanza cuando caes? En el «Diario» de Santa Faustina lees: “Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido.No es así para Dios” (D. 1448). Estas palabras de esperanza son un mensaje de misericordia para cada uno de nosotros. Eso es lo que Dios dice: quiere crear un hombre nuevo en nosotros…
Al escuchar esto, como Dios dice, puedes decir palabras que también multipliquen vidas y fortalezcan el amor mutuo. Dios, todo lo que dice es bueno y lleno de misericordia. Si dependes solo de ti mismo, entonces puedes lastimar a los demás, Santa Faustina escribe: “En la lengua está la vida, pero también la muerte, a veces con la lengua matamos, cometemos un verdadero asesinato” (D. 119).
Así que cada vez que te quedes sin paciencia y vayan a salir de tu boca palabras desagradables repite: “Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos” (D. 163).
¡Ánimo!