«Las almas elegidas son las luces que arrojo en las tinieblas del mundo y lo ilumino. Como las estrellas iluminan la noche, así las almas elegidas iluminan la tierra y cuanto más perfecta es el alma, tanto más luz irradia en su torno y llega más lejos. Puede estar oculta y desconocida aun a las personas más cercanas, no obstante su santidad se refleja en las almas en lo más lejanos confines del mundo» (D. 1601).
Esto es lo que Jesús dijo a Santa Faustina sobre las personas consagradas. Estas almas elegidas tienen una vocación específica: llevar la luz de Dios a los lugares oscuros de los corazones humanos, darles esperanza y descubrir el significado de la vida, estimulando un amor cada vez mayor a Dios. Necesitan nuestro apoyo espiritual para la realización de esta vocación. Por lo tanto, todos los días, especialmente el 2 de febrero, en el Día de la Vida Consagrada, recordemos en nuestras oraciones a los religiosos y a todos aquellos que profesan los consejos evangélicos. Oremos para que, por la intercesión de María, sean cada vez más santos y semejantes a Cristo casto, pobre y obediente. Porque cuanto más perfecta es el alma, Dios puede hacer más milagros a través de ella…